Preguntas frecuentes

El Aikido es apto para mujeres, hombres y niños, no importa su edad o su constitución física.
Para los niños, la edad límite inferior podría ser 6 años. En la clase de prueba, el instructor determinará si puede empezar la actividad o habría que esperar un cierto tiempo.

Si tiene algún problema médico, es mejor buscar el consejo de su médico antes de comenzar cualquier régimen de ejercicios. No necesita estar especialmente en forma para comenzar. Todos practican a su propio ritmo.

Por supuesto, se puede probar una clase antes de empezar a prácticar. Incluso recomendamos ver una clase antes de probarla.

Al empezar, debe usarse ropa de ejercicio cómoda, como una camiseta y pantalones de chándal. Trae un par de sandalias sin cordones para caminar desde el vestuario al tatami.

El traje de práctica, llamado keiko-gi, consiste en un pantalon, una fuerte chaqueta de algodón blanco y un cinturón blanco. Como referencia a la hora de comprar el traje de Aikido diríamos que se asemeja mucho al traje de Judo. Las mujeres usan una camiseta blanca de algodón debajo de la chaqueta.

No, no es obligatorio, sin embargo algo puede ayudar, al igual que tener sentido del ritmo ayuda a aprender a bailar.

¡La pregunta frecuente más demandada! En promedio, alrededor de 5-7 años. A veces es menos, y a veces más. Realmente depende de tu frecuencia y nivel de compromiso. El viaje comienza con un solo paso, y luego con otro, y así sucesivamente.

Lo mejor es ver el camino por delante como una inversión diaria satisfactoria en ti mismo. Además todo depende de las habilidades personales, la cantidad de tiempo que pueden comprometerse a practicar y la intensidad con la que practican.

La lesión ocurre en cualquier forma de ejercicio físico duro. La mayoría de las lesiones de Aikido son magulladuras y tensiones menores. Intentamos reducir esto al mínimo mostrando a los alumnos cómo practicar de forma segura y enfatizando la importancia de recibir la técnica correctamente.

Otra pregunta frecuente muy común. La gran mayoría de las escuelas de artes marciales comunes se enfoca en una relación competitiva con el conflicto, y en soluciones contundentes que involucran principalmente el bloqueo y los golpes. El Aikido se centra en el movimiento circular que se combina con el ataque y lo redirige sin fuerza ni daño.

El Aikido nos enseña a trabajar CON las condiciones de conflicto en lugar de contra ellos. Si bien todas las artes valoran un espíritu guerrero, el Aikido le presenta en armonía con la vida. Pregúntese … “¿Qué mensaje quiero quitar de mi entrenamiento o transmitirlo a mis hijos?”

Eso depende de lo que quiera decir, y no hay forma de predecir esa cuestión, ya sea desde la perspectiva de la autodefensa o el crecimiento personal.

Si estás interesado en convertirte en una expresión viva del Aikido, simplemente haz de la asistencia a clase parte de tu vida, acepta las lecciones del arte y todo llegará. Cuando vea que el camino y el destino son inseparables, desaparecerá toda impaciencia en torno a la pregunta.

Existe tantos estilos de Aikido como practicantes. Dicho esto, nuestro instructor viaja regularmente a la sede mundial del Aikido en Japón para su desarrollo en su Aikido personal. La línea sigue viene de Yamaguchi Sensei, alumno directo de Osensei (el fundador).

Después de asistir a clases de Yasuno Sensei, Hector Flores Sensei, Irie Sensei, Kuribayasi Sensei, Osawa Sensei, nuestro instructor interpreta su propio Aikido. Y ese es el “estilo” que él practica y enseña.

Probablemente no. El Aikido es un enfoque muy efectivo para el conflicto, pero de ahí a ser la solución en la calle es algo muy alejado de la realidad. Nunca hay garantía de salir ileso en un enfrentamiento en la calle. Incluso los instructores que llevan muchos años en artes marciales pueden ser vulnerables también dependiendo de las características de esa posible agresión, por ejemplo, si hay armas, si son varios atacantes, si hay rehenes, etc. No hay garantía de nada pero también es mejor saber algo que no saber nada.

La mayoría de las técnicas practicadas en una clase de Aikido están diseñadas para acondicionar la mente y el cuerpo, aunque tienen un aspecto marcial. El Aikido como medio de autodefensa podría ser más efectivo en niveles más altos de entrenamiento. Es un error ver la defensa propia y las artes marciales como exactamente lo mismo. La autodefensa es un objetivo, y el entrenamiento en artes marciales como el Aikido es el viaje de un guerrero.

El Aikido se puede usar con mucha firmeza en una situación de asalto, pero en realidad está destinado a ayudarnos a desarrollarnos desde dentro hacia afuera como personas más armoniosas, equilibradas y conscientes de sí mismas.

Debe entenderse que las cosas generalmente no ocurren de la noche a la mañana. La mejora ocurre cuando estás disfrutando de la práctica, mostrando algo de paciencia y confiando en el camino. El Aikido es una herramienta increíble, pero no revela su mejor expresión a través de los ojos ansiosos.

Se entiende que si es un alto grado, posee un gran conocimiento, y quizá sea así, pero tambien es posible que no. Para empezar solo hay exámentes hasta 4º dan, y aún estos, habría que saber como y donde han sido obtenidos, y también que espíritu mueve a quien los concede. A partir de 4º Dan, algunas veces antes, nos encontramos con títulos merecidos, honoríficos, autoconcedidos, políticos, comprados, etc.

Entre dos maestros pueden existir grandes diferencias de nivel técnico y conocimientos, a pesar de que ambos ostenten el mismo grado, o incluso, aunque el grado sea inferior. Se recomienda, antes de elegir un maestro, ver una clase y/o asistir. Debemos ser honestos y ver que sensación nos da y lo que sentimos en la clase.

Decidiremos siendo sinceros con nosotros mismos y en línea con las sensaciones que recibimos en esa primera clase, y no, con lo que nos digan de ese maestro en comentarios, redes sociales, televisión, prensa, o por el número de Dan que tiene.

Esa es la forma sincera de decidir qué maestro debemos elegir, porque puede que más adelante, 10 o 20 años después, esa decisión que tomamos en un principio nos pese y nos demos cuenta de que hemos perdido el tiempo.